Las consultorías de valor: ¿Gasto o inversión?

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Se ha puesto a pensar que, si ante una dolencia física elegís a un profesional con poca experiencia y sin conocimiento, probablemente tu afección se agudice y esto pueda comprometer hasta tu vida. Esa misma situación ocurre en la vida diaria empresarial cuando estás a las puertas de contratar un consultor.

Entonces, es la consultoría un ¿gasto o una inversión? Para Carlos Camacho, Socio Fundador de Grupo Camacho Internacional y un consultor con más de 30 años de experiencia, la consultoría es “una inversión que agrega valor”, pero que no se debe dejar de lado que puede convertirse en un gasto si la elección del o los profesionales no es correcta.

Esa fue una de las principales conclusiones a las que llegó el especialista en la primera edición de Heinsohn Podcast.

En la conversación sostenida con Iván Trajtemberg, Gerente General de Heinsohn Costa Rica, se detalló que el objetivo fundamental de la consultoría profesional es proporcionar recomendaciones viables e implantar medidas apropiadas para aumentar la productividad y la competitividad de las organizaciones y empresas.

Asimismo, en países desarrolladas las empresas, sin importar el tamaño, emplean frecuentemente los servicios de consultores profesionales. Pero qué hace diferente el consultor, ¿por qué se debe tomar como una inversión? y ¿por qué se debe someter a evaluación la consultoría realizada?

Para Carlos Camacho, un consultor no solo recopila información, hace análisis, detecta el problema y plantea recomendaciones, sino que, además, debe colaborar a que dichos cambios se implementen. Es decir, su labor va más allá del diagnóstico, por ello no importa si es un consultor interno o externo, sino su prioridad debe ser elevar los estándares aplicados.

Para ambos especialistas, a la hora de tomar en cuenta si se necesita un consultor se debe considerar que:

  • El servicio debe ser independiente y que la característica principal debe ser la imparcialidad del consultor.
  • El papel es el de actuar como asesor, con responsabilidad por la calidad e integridad de sus consejos.
  • El servicio debe proporcionar conocimientos y capacidades profesionales para resolver problemas prácticos a lo interno de las empresas.
  • La consultoría no proporciona soluciones milagrosas. Sería un error suponer que una vez que se ha contratado un consultor, las dificultades desaparecen.
  • La consultoría debe dar resultados tangibles, concretos, específicos y congruentes en términos de tiempo y costo.
  • La empresa debe ver la contratación de una consultoría como una inversión y no como un gasto en términos de lo que va a ganar con ella.

En relación con el presupuesto a asignar, Camacho detalla que no se debe ver a un “consultor como un todólogo”, sino que se debe entender que el servicio es variado “dependiendo de los servicios que ofrecen los distintos tipos de consultoría”, ya que, estos vienen a emitir el diagnóstico y las posibles soluciones, por lo que en muchos casos no es una única consultoría, sino varias o con varios especialistas.

Recuerde que elegir una buena consultoría dependerá de qué tan claro tengan en la organización las necesidades que se deben sufragar. Por ello, el proceso de consultoría no promete una transformación total para una compañía, sino que dará una visión externa de la situación operativa de la empresa y ofrecerá una perspectiva más objetiva y neutral de lo que está sucediendo y cómo se puede resolver.

El éxito de una consultoría se deberá a acciones conjuntas, en la que ambas partes trabajen sobre un mismo objetivo y finalmente, conseguir resultados tangibles.

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